La ciudad sobre tí
Habitas en una ciudad. La componen edificios altos con pisos que son como enjambres y tu te alojas en uno y dices que es tu casa. Cuando dibujas una casa no se te ocurre dibujar los edificios de la ciudad, dibujas la casa solitaria en medio de la naturaleza. Tu si que has habitado la casa en tus primeros quince años. Para tu equilibrio se hace necesario el cubículo donde habitas.
La calle en la noche se hace inhospita. Cierras a cal y canto y no piensas que nadie venga en la noche.
En aquella casa de tu infancia la casa sólo se cerraba en la noche, cuando todos los vecinos dormían. En esta casa que habitas nunca estas con la puerta abierta. La llave cierra y te da falsas seguridades.
La ciudad duerme cuando tu duermes y las bestias, crees, estan en otros espacios.
Si no duermes y miras por tu ventana verás que más personas estan desveladas. Oirás los ruidos en la calle. Algún coche que pasa. Recogidas y limpiezas. Alguna bronca.
Te recoges en tus cuatro paredes después de ver en la tele las miserias de tu mundo.
Dormirás tranquila a pesar de saber que hay miseria y muerte.
Si tus abuelos tuvieran que afrontar lo que tu seguramente no lo soportarían.
La piel se endurece a puro de ser expuesta.
En nuestro caso seguimos como si nada.
Aquí estamos y por aquí andamos sin más.
La empatía que poco funciona, sólo en la proximidad.
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