quimérica idea de posesión de la imagen
Si algo te observa en tu paseo por la ciudad son las estatuas que se esparcen por toda ella.
Haga frío o calor. Llueva, nieve o apedree. Su magnificencia lleva años impertérrita ante el cielo que las visita.
Cuando miras a través del objetivo o tras pantalla eliges planos y distancias que te las destaca.
Cuando en el recorte o redimensionado de la imagen, en los filtros posteriores que te permite el software que posees y la torpeza o habilidad que manejes.
Se te ofrece la quimérica idea de posesión de esa imagen.
Reflexión desde la mirada a fotografías hechas a estatuas de la ciudad.
Hace años, ya muchos, en mi afán fotográfico cargué con mi 'réflex' y un carrete de blanco y negro de buena marca. Me lancé sobre la ciudad a captar esas imágenes y cual no fue mi fracaso al ver que había colocado el carrete mal y que todo ese delirio creativo que me había ocupado se convertía en puro y mero acto. Que nada de aquello sería repetido y que como el instante vivido se esfumó para mí. Tras el paso a la digitalización de la imagen volví al mismo objeto de deseo y de ello surgió la reflexión apuntada anteriormente.
Son unos veinte años los que separan un hecho de otro. Aún me queda tiempo para contarlo y recrearme en ello. De la foto recogida veo no sólo la imagen sino la humedad del día y todos aquellos elementos auditivos, pensamientos incluidos, que rememora en mí.
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